Una diseñadora australiana, Katie Jane Perry, con nombre sorprendentemente similar al de la famosa cantante estadounidense Katy Perry, registró en 2008 la marca australiana “Katie Perry” en la clase 25 para comercializar ropa de estar por casa de alta gama.
Pocos meses después, la cantante en su gira australiana comercializó ropa, merchandising y accesorios de vestimenta con la marca “KATY PERRY”. Así pues, cuando el conflicto se judicializó, en la sentencia de primera instancia, Katy Perry fue declarada responsable de infracción de marca registrada únicamente en relación con las prendas de vestir. En apelación, se confirmó que al no haber sido especificado por parte de la diseñadora la protección de accesorios como los zapatos o gorros, la cantante no había cometido ninguna infracción en lo que respecta a dichos productos.
Sin embargo, el Tribunal canceló la marca “Katie Perry” registrada por la diseñadora al provocar un riesgo de confusión evidente. La cantante, en la fecha de registro, ya gozaba de un reconocimiento público general que no solo se limitaba a su condición de estrella de pop. Siendo las marcas fonéticamente idénticas (Katie Perry vs. Katy Perry) los consumidores no apreciarían la diferencia ortográfica debido a su recuerdo imperfecto.