Pierre-Adrien Sollier, artista francés, recrea obras icónicas con los muñecos de juguete Playmobil. La disputa se originó cuando otro artista puso a la venta en una galería de arte, cuadros que reproducían la obra del demandante.
En primera instancia, el tribunal rechazo las pretensiones del primer artista considerando que “la Gioconda de Playmobil” no era una obra original y, por lo tanto, no podía beneficiarse de la protección conferida por el Derecho de Autor.
El primer artista planteo un recurso ante el Tribunal de Apelación de Paris que señaló, en primer lugar, que el artista había realizado elecciones arbitrarias que, por tanto, constituían las características específicas de su obra. En segundo lugar, observó que, aunque el pintor había tomado elementos existentes, en este caso el cuadro de Leonardo da Vinci y la figura de Playmobil, los había combinado en una obra cuya apariencia global es particular y refleja la personalidad de su autor. Por todo lo anterior, el tribunal deduce que se trata efectivamente de una obra original.
El tribunal se pronunció igualmente sobre el límite de la parodia y dedujo que la utilización de la "Mona Lisa de Playmobil" en este caso no se beneficia de la excepción de parodia y, por lo tanto, se produce una violación de los derechos patrimoniales del autor de la obra original, así como de sus derechos morales.