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Patentes destacadas del sector agroalimentario (I)

jueves, 22 de mayo de 2025

Si en los tiempos de puchero les hubieran contado a nuestras abuelas todos los avances tecnológicos de los que disfrutamos en el campo de la nutrición en los últimos años, es bastante probable que nos hubieran dejado ese día sin cenar. Que si batidos de proteínas, que si los alimentos precocinados o que si la air fryer. Y es que los desarrollos tecnológicos del sector agroalimentario han revolucionado qué comemos, cuándo lo comemos y hasta el efecto que nos provocan los alimentos.

Cuando añadimos el ingrediente estrella que nunca falta en BAYLOS, la Protección de la Propiedad Industrial, la salsa va cogiendo sabor y nos encontramos ante un tema que, sin duda, nos dejará con un buen sabor de boca. En este nuevo artículo, encontramos algunos ejemplos que han necesitado de la combinación de los diferentes títulos de Propiedad Industrial para sacar todo su jugo, ya que, como comentaba mi compañera Isabel Mercado en la entrada anterior, la defensa de la PI es la base del desarrollo tecnológico.

Lo más habitual es encontrarnos auténticas guerras de marcas en las estanterías del supermercado, como la que recientemente han protagonizado los grandes grupos Coca-Cola Company y Nestlé para conservar el liderazgo en la venta de la archiconocida bebida de té refrescante: Nestea. Tras algo más de 30 años de “custodia compartida”, ambas empresas tomarán caminos diferentes para la venta de esta bebida: el grupo Coca-Cola se queda con la receta, y Nestlé con el nombre e imagen de marca tal y como se conoce actualmente.

Conviene también romper algunos mitos, como es que envuelve a la patente 292094, más conocida como “la patente del Chupa Chups”. Enric Fontlladosa, un barcelonés de principios del siglo XX, solicitó la patente de “un caramelo que se pudiera sujetar con un palo”, y de paso, compró todas las patentes que pudieran ser un obstáculo para el registro de la suya. Sin embargo, su solicitud fue denegada por falta de actividad inventiva. Esto no impidió que la marca fuera internacionalmente conocida y que el diseño del envoltorio que realizó Salvador Dalí del logo pasara, sin ninguna duda, a la historia.

Al hablar de patentes relacionadas con el sector agroalimentario, conviene destacar que podemos utilizar este título de PI no solo en ingredientes, sino también en métodos de conservación o tratamiento de alimentos que, aunque hoy en día están muy incorporados en nuestro día a día, supusieron un avance en nuestras cocinas y, sobre todo, a la hora de evitar enfermedades. En este sentido, recordando anteriores entregas del Blog de Baylos cuando el año pasado apretaba el calor, debemos tener en cuenta que los frigoríficos y congeladores se popularizaron en nuestro país a mediados del siglo XX.

La distribución y consumo de los alimentos ultracongelados marcó un hito en los años 30 en Estados Unidos de la mano de Clarence Birdseye, quien investigó en técnicas de conservación que los inuit usaban para mantener fresco el pescado. Se dio cuenta de que la velocidad y la temperatura de enfriamiento del alimento influía mucho en su calidad, y es que una congelación rápida creaba cristales de hielo más pequeños y se conservaba mejor el pescado. Durante sus investigaciones en los años 20, patentó un sistema de placas metálicas con salmuera de cloruro de calcio (US1773079A) que, posteriormente, pudo aplicar y adaptar a otros tipos de carne y verdura justo cuando el boom de los frigoríficos domésticos estaba despegando. Finalmente, Birdseye vendió sus patentes y marcas a Goldman Sachs por 22 millones de dólares.

Louis Pasteur, biólogo, microbiólogo y químico francés, desarrolló uno de los procedimientos más importantes para la seguridad alimentaria que prevenía la contaminación en los alimentos y la aparición de gérmenes: la pasteurización. Pasteur rompió moldes en su época, pues se enfrentó a la teoría de la aparición espontánea para explicar la existencia de microorganismos, que estaba muy consolidada, y arrojó mucha luz en este campo. Sus investigaciones usando vino y recipientes herméticos hicieron que calara la idea de que los microorganismos patógenos en los alimentos era algo contra lo que se podía (y debía) luchar.

Mediante el uso de la temperatura (calentar el vino entre 50 y 60 grados y su posterior enfriamiento), las bacterias se eliminaban, por lo que pudo registrar su método, que pronto aplicó a la leche, a la cerveza y a otros fermentados con patentes como la US135,245 o la US 141,072. Entre otras contribuciones fundamentales de Pasteur destacan sus estudios en óptica, el estudio de enfermedades infecciosas y en el desarrollo de la vacuna contra el virus de la rabia.

Estos son solo algunos ejemplos que podemos destacar de las patentes que contribuyen a nuestra alimentación, centrándonos en esta entrega en algunos métodos de conservación y seguridad alimentaria. Sin duda nos parece un tema tan prolífico e interesante que dedicaremos más entregas en nuestro blog para dar a conocer otras invenciones en el ámbito de la agroalimentación. Mientras, ¡que aproveche!

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