En las próximas semanas el TJUE se pronunciará sobre los casos Mio y Konktra, que podrían cambiar cómo se prueba la infracción de derechos de autor en Europa.
La pregunta es si bastará con demostrar que se ha copiado una parte original de una obra -como sostiene la jurisprudencia desde el caso Infopaq- o si además esa parte debe ser reconocible para el público, como sugiere el Abogado General. La diferencia no es insignificante: la originalidad ofrece un criterio claro y objetivo, mientras que la recognoscibilidad puede ser más subjetiva y generar inseguridad jurídica.
Esta decisión afectará directamente a sectores como el diseño, la moda, el arte aplicado y, en general a cualquier obra creativa en la UE.
En definitiva, el TJUE tiene en sus manos reafirmar un estándar consolidado o abrir la puerta a un nuevo criterio que podría definir el copyright europeo en la próxima década.